lunes, 15 de febrero de 2010

MEJORAR UNA SITUACION ESPIRITUAL III

La obra de Mons. Ottavio Michelini, Confidencias de Jesús a un Sacerdote, leída sin prejuicios, ilumina acerca de los problemas de la pastoral en la Iglesia y el estado general de los acontecimientos en el mundo de hoy. Señala dos elementos a tener en cuenta: el hecho de encontrarnos inmersos en un fuerte combate espiritual y el fuerte auxilio que proviene del dogma bastante olvidado, en la práctica, de la comunión de los santos.

La intercesión de unos por otros en el ejercicio del don de la comunión de los santos, influye en la vida propia hasta en detalles tan palpables como el caso de estar buscando trabajo y en dificultades espirituales o de relación familiar. Además, es por caridad y por tanto necesario el orar por nuestros antepasados. Necesario cuando, por el propio comportamiento, uno ha sido obstáculo con el mal ejemplo o el escándalo para el ejercicio de la virtud de personas que han convivido con nosotros. Por caridad, porque les debemos inmediata o mediatamente la vida y la educación en la fe cristiana.

El P. Robert De Grandis expone estas cosas en un pequeño libro publicado por SERECA, Sanación Intergeneracional. En la Escritura se dice varias veces que recibimos el bien pero también el mal, y esto último necesita sanación. Por citar un par de ejemplos, habla el libro sobre aquel paso del Señor delante de Moisés: "Él mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado; sin embargo, no los deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y cuarta generación" (Ex 34,7). Y hablando de no cometer idolatría adorando dioses falsos: "No te postrarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandatos" (Dt 5,9-10).

Es curioso que tendemos a pensar que es bueno rezar por los que eran buenos y agradables de trato, y ahí se vuelca la gente en los funerales, sin saber que todos los que mueren, si no es a excepción de los que mueran en pecado grave y sin arrepentimiento, dejan su mal carácter o menor simpatía allí encerrados bajo tierra. Mientras, nos miran con amor y arrepentimiento de habernos causado alguna molestia y están deseando que tengamos con ellos algún detalle de oración o recuerdo, para poder tener permiso de intervenir con su poderosa intercesión en favor nuestro y de nuestros descendientes que lo son también suyos.

Si cuatro generaciones cuentan con 30 antepasados, un modo de llevar a la práctica esta oración de protección por los antepasados puede ser, por ejemplo, ofrecer la Comunión cada día de un mes por el alma de uno de ellos aunque no sepas su nombre, porque ellos sí lo saben y te agredecen mucho esa oración y tienen poder para convertir las personas y conseguir que cambien las circunstancias. Cada vez que vas a comulgar le dices al familiar: Te ofrezco esta Comunión y si te marchaste sin perdonar, yo perdono hoy en tu nombre. Ten en cuenta que si has empezado por el padre (nº1) y has seguido por la madre (nº2), cada número impar será un hombre (abuelo, bisabuelo, tatarabuelo) y cada número par será una mujer (abuela, bisabuela, tatarabuela).

Hay muchos testimonios de la misericordia de Dios y el poder que otorga a nuestros antepasados por el cuidado que desean tener de nosotros, si en uso de nuestra libertad les damos permiso para intervenir en nuestro favor, orando por ellos o pidiendo su intercesión. La misión de los padres confiada por Dios en relación con sus hijos no termina con la muerte. El dogma de la comunión de los santos es una profunda realidad, pero hay que vivirla. "Hay muchas almas que se pierden porque no hay quien rece y se sacrifique por ellas" es el lamento de la Virgen de Fátima y es un reproche porque no vivimos este dogma y estos medios que el Señor ha puesto a nuestra disposición.

Fuente: Seis acciones complementarias para mejorar una situación espiritual