jueves, 17 de febrero de 2011

¡DIOS MIO!

"Dios mío, escucha mi oración; no desatiendas mi súplica. Hazme caso, contéstame; en mi angustia te invoco. Tiemblo al oir la voz del enemigo y los gritos de los malvados. Me han cargado de aflicciones; me atacan rabiosamente. El corazón me salta en el pecho; el terror de la muerte ha caído sobre mí. Me ha entrado un temor espantoso; ¡estoy temblando de miedo!, y digo: Ojalá tuviera yo alas como de paloma; volaría entonces y podría descansar. Volando me iría muy lejos; me quedaría a vivir en el desierto. Correría presuroso a protegerme de la furia del viento y de la tempestad." (Sal 55,1-8)

No encontraremos ningún hombre de Dios en las Escrituras que hable tanto acerca de confiar en el Señor como lo hizo David. Él habló de Dios como la fortaleza en tiempos de gran necesidad. Fue él quien pudo afirmar con todo el corazón: "Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo" (Sal 23,4). Cuando David se vió abrumado en uno de los momentos más difíciles de su vida, su corazón gritó con gran pena y tristeza buscando una escapatoria: "Ojalá tuviera yo alas como de paloma; volaría entonces y podría descansar" (Sal 55,6).

Cuando nos encontramos abrumados, sin esperanza y en momentos que ya nos resultan insoportables debemos hacer lo mismo que hizo David; dejar todo a un lado, orar y rendir nuestro corazón en la presencia de Dios. Incluso en el silencio, gritemos nuestro dolor y clamemos al Señor para que nos de su paz en medio de la tribulación. Tener fe es confiar y es apelar a las promesas que Dios mismo nos ha dado.

"Pero yo clamaré a Dios; el Señor me salvará. Me quejaré y lloraré mañana, tarde y noche, y él escuchará mi voz. En las batallas me librará, y me salvará la vida, aunque sean muchos mis adversarios." (Sal 55,16-18)

Nuestra fe no se apoya en cualquier cosa que pueda cambiar o variar, nuestra fe se fundamenta en la fidelidad inquebrantable de Dios. No importa lo que pueda suceder, Él tiene un plan para liberarnos de las pruebas de fuego que se presentan en nuestra vida. Desde el principio, Él tiene un plan para cada dificultad que no podría ser concebido por la mente humana.

En estos momentos, Señor, sea lo que sea lo que suceda, mi esposa y yo decidimos confiar en Ti y caminar en fe esperando en tu Palabra porque sabemos que el cielo y la tierra pasarán, pero tus palabras no pasarán (Mt 24,35).