miércoles, 21 de octubre de 2009

SANTO TEMOR DE DIOS

A lo largo de la Sagrada Escritura podemos encontrarnos, paralelamente, con una fluctuación de significados diversos detrás de esta expresión. Por un lado aparece, ya desde el comienzo, el temor del ser humano ante Dios como consecuencia del pecado de desobediencia inicial (Gen 3,10). Sin embargo, el mismo Dios invita a superar ese temor para entrar en un tipo de relación de protección. Así pues, el temor es la reacción que provoca la presencia de Dios, en cuanto es algo al mismo tiempo numinoso, terrible y fascinante (Ex 15,11-12). Sin embargo, la misma expresión se va llenando de otro tipo de contenido que tiene más que ver con la piedad que con el temor propiamente dicho. En la mayoría de estos casos la palabra temor es más bien sinónimo de respeto, veneración, fidelidad.

"El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría"
(Pro 1,7). Dios ha dado a los hombres una norma de vida, el mandamiento del amor, pero también ha dicho que el amor a Dios debe estar unido al temor de Dios. Así como el amor es un don que es preciso pedir sin interrupción, así también es un gran don el temor de Dios. ¡Teme al Señor que pasa!

Del temor de Dios hoy no se habla ya; se habla del amor de Dios pero del temor no, porque dicen que el temor no se concilia ni puede conciliarse con el amor. Así como encuentran inconciliable en su necedad la Justicia y la Misericordia, encuentran inconciliables el Amor y el Temor de Dios. Hoy se aceptan las cosas que son cómodas y se rechazan las que son incómodas.

Esta es la absurda postura que pastores, sacerdotes y cristianos han adoptado con relación a Dios y en esta absurda postura es evidente la insidia del Enemigo que se propone demoler a Dios en el ánimo de los hombres y demoler el edificio de la Iglesia, desmoronando piedra por piedra. ¿Quién habla hoy del Temor de Dios? ¿Quién habla ya de la Justicia Divina? ¿Quién habla de la presencia de Satanás en el mundo, que con sus legiones rebeldes guía la lucha contra Dios y contra los hombres, encontrando por desgracia colaboradores entre estos últimos, aún entre almas consagradas?

Tiempos de ceguera y tiempos de oscuridad, porque son tiempos de soberbia. El ser humano osa desafiar enorgullecido por su ciencia y su tecnología al Creador y Señor del universo. Pero Dios, que es Amor, no puede permitir el desastre de la humanidad querido por Satanás. El Amor Eterno e inmutable no puede querer la ruina eterna de las almas. El infierno será derrotado y la Iglesia será regenerada.

Fuente: Confidencias de Jesús a un Sacerdote