miércoles, 19 de agosto de 2009

SOLDADO FIEL Y EJERCITO

La causa principal de la inconstancia en muchos creyentes es la ausencia de la Gracia divina en el espíritu humano y de vida interior, la ausencia de la oración, la crisis de fe y la concepción pagana de la vida. Se necesita formación cristiana, revalorizar la vida interior, austeridad de toda la vida familiar y de la vida eclesial. Espíritu de mortificación interior y exterior para templar almas y conciencias, para forjar verdaderos soldados de Cristo bien templados en las luchas contra los enemigos de Dios, de la Iglesia y de las almas: el demonio, las pasiones y el mundo. Necesitamos retomar el papel de combatiente en el gran ejército de la Iglesia y descubrir que la vida del soldado es vida de gozosa renuncia, disciplina, sacrificios y lucha.

Con acción devastadora, Satanás despedaza con rabia a la humanidad, y en particular a la Iglesia. En efecto, hoy en la Iglesia suceden cosas que no se pueden explicar humanamente si no con el uso loco por parte de Satanás y de todas las potencias del Infierno insidiando, instigando y atormentando almas.

Vemos hoy el caos, no solo en nuestro pequeño mundo, sino en toda la Iglesia universal. La cristiandad revive la hora de Babel. Obispos contra Obispos, carismáticos contra carismáticos, Obispos y Cardenales que disienten de las directrices del Santo Padre, laceraciones por todas partes en el Cuerpo Místico del Señor; sacerdotes incrédulos, sacerdotes sacrílegos, almas consagradas sin alma, esto es, sin el Espíritu Santo, alma de la Iglesia y alma de las almas; almas frías, almas tibias, almas inmovilizadas y atrofiadas por el Maligno; almas bloqueadas en este caos espantoso y en este caos impresionante en el que se mueven las almas santas unidas a Dios, que forman con Dios, con Jesús Hijo de Dios, su Cuerpo vivo y sufriente, y estas almas proceden adelante y suben su cotidiano calvario con la carga de su cruz.

Contra estas almas se lanzan las miríadas de demonios, no hay lugar ni hay objeto en donde no estén ellos; están en el aire, el aire está infestado y lleno, están en la tierra que pisamos, en las cosas que nos circundan; la tierra está invadida, la Iglesia está llena de ellos, y por la Iglesia misma estos seres inmundos han encontrado las puertas abiertas de par en par y ahora la estrechan en una venenosa y mortal mordedura.

¡Hasta qué punto hemos llegado! El Señor ha constituido la Iglesia jerárquica, y no se diga que los tiempos han cambiado y que por eso es necesario cambiar todo. En su Iglesia hay puntos firmes que no pueden variar con el mudar de los tiempos. Jamás podrá ser cambiado el principio de autoridad, el deber de la obediencia. Podrá ser cambiado el modo de ejercer la autoridad, pero no podrá ser anulada la autoridad. ¡No se confunda jamás la paternidad requerida en las altas esferas con la debilidad! La paternidad no excluye sino, al contrario, exige la firmeza. ¿Por qué ha querido Él sacar a la luz una parte de los muchos males que afligen a su Iglesia? Lo ha hecho para poner a sus sacerdotes frente a sus responsabilidades. Quiere su regreso para una vida verdaderamente santa. Quiere su conversión porque les ama. Deben saber que su conducta, a veces, es causa de escándalos y de ruina para muchas almas. ¡No es justo que se abuse del amor de Dios, confiando en su misericordia e ignorando casi enteramente su justicia!

Como ejemplo, sabemos que de lo alto han sido impartidas disposiciones con relación al hábito sacerdotal. Los sacerdotes, viviendo en el mundo, han sido segregados del mundo. Él quiere a sus sacerdotes distintos de los laicos, no solo por un tenor de vida espiritual más perfecta, sino también exteriormente deben distinguirse con su hábito propio. ¡Cuántos escándalos, cuántos abusos y cuántas ocasiones más de pecado y cuántos pecados más! ¡Qué inadmisible condescendencia por parte de los que tienen el poder de legislar! Y junto con el poder, tienen también el deber de hacer respetar sus leyes. ¿Por qué no se hace? Las molestias no serían pocas. Pero no se nos ha prometido jamás a nadie una vida fácil, cómoda, exenta de disgustos. Quizá teman reacciones contraproducentes. ¡No! El relajamiento provoca un mayor relajamiento.

Funcionarios estatales, de empresas, de entes militares visten su uniforme. Muchos sacerdotes se avergüenzan, contraviniendo las disposiciones, compitiendo en coquetería con los mundanos. ¿Cómo puede Él no dolerse amorosamente? Quien no es fiel en lo poco, tampoco lo es en lo mucho. ¿Qué decir, luego, del modo en que se administran los Sacramentos por tantos sacerdotes? Se va al confesionario en mangas de camisa, y no siempre con la camisa, sin estola. Si se debe hacer una visita a una familia de respeto, se ponen la chaqueta, pero la casa de Dios es mucho más que cualquier familia de respeto. Esto es indisciplina que roza en la anarquía. ¿Qué decir de tantos sacerdotes que no tienen tiempo de rezar, atosigados como están en tantas actividades inútiles, aunque aparentemente santas? Actividades inútiles porque les falta su alma, porque les falta la presencia de Dios. Donde Él no está no hay fecundidad espiritual.

Es bien cierto que en la Iglesia hay también mucho bien, ¡ay si no fuera así! Pero Él no ha venido por los justos; ellos no tienen necesidad. Ha venido por los pecadores; ¡a estos quiere, a éstos debe salvar! Por eso ha dado el toque en alguna de las muchas llagas y heridas, causa de la perdición de almas.

Ella, la Mujer vestida del sol, rodeada del cortejo de sus sacerdotes predilectos y de las almas víctimas, será el terror de sus enemigos, de los enemigos de su Hijo y de la Iglesia. Ella será terrible, como ejército dispuesto a poner en fuga y aplastar la cabeza a Satanás y a sus legiones.

Fuente: Confidencias de Jesús a un Sacerdote