miércoles, 1 de julio de 2009

FRUTOS PRECIOSOS DE REDENCION

Éste es tiempo de revisión, y de revisión urgente. Es tiempo de intervenir con firmeza, amor y prudencia. No os dejéis intimidar por el Maligno que se ha vuelto fuerte y audaz por el letargo en que ha caído la Iglesia. La incoherencia ha sido superada con mucho por las contradicciones tan frecuentes y tan difundidas que se han transformado en costumbres de vida, por lo que ya ni se notan.

Los que comúnmente son considerados "buenos cristianos" van a la iglesia la mañana del domingo, quizás esperando al entrar en ella que se haya acabado el interminable comentario de la Palabra de Dios. Se acercan a los Sacramentos, pocos con fervorosa fe, muchos por costumbre o tradición familiar. Hay tan escasa convicción que por la tarde no tienen ningún escrúpulo en ver películas de todo tipo, verdaderas escuelas de sexo, robo y violencia de toda clase. Al fin, el veneno del materialismo entra en todos; entre adolescentes y jóvenes la corrupción ha entrado como ríos en crecida y la inmoralidad se difunde.

Todas las puertas han estado abiertas, incluso las de los así llamados "buenos cristianos" que por la mañana van a confesarse, aún sabiendo que durante el resto del día pecarán gravemente. Lo saben ellos y lo saben también muchos confesores que continúan absolviendo todo y a todos. Se confiesan ya con la seguridad de que no faltará el sacerdote siempre pronto a absolverles. Se han olvidado las palabras claras y precisas: "No echéis vuestras perlas delante de los puercos" (Mt 7,6).

Se ha olvidado que los Sacramentos son los frutos preciosos de la Redención de Jesucristo. Se han olvidado las palabras con las que Él, Salvador y Liberador, ha conferido a sus Apóstoles y a sus Sucesores el poder de perdonar o retener los pecados. La facilonería con que se absuelve siempre todo y a todos no responde al designio de su Misericordia, sino a un plan de Satanás. Transformar los medios de salvación en medios de condenación, y desacreditar el valor infinito de la Gracia y de los medios queridos por Él para distribuirla.

Este laxismo que vuelve indiferenciable lo lícito de lo ilícito, el bien del mal, ¿dónde tiene sus raíces? La anarquía ha entrado sin oposición, por lo que algunos sacerdotes se hacen autores de nuevas doctrinas y de una nueva moral que todo admite y que todo aprueba. Las consecuencias son por sí mismas comprensibles: para muchos sacerdotes el sexto y el noveno Mandamiento no tienen ya razón de ser. Esto es suma soberbia, es querer sustituir a Dios, es no creer en Dios, es no creer en la omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia de Dios. A continuación, Satanás induce a sacerdotes a que repitan su pecado de soberbia y desobediencia. Él ha encontrado aliados fieles en la Iglesia, induciéndoles a hacerse colaboradores suyos en la obra de desmantelamiento.

Pero, ¿ignoran tal vez las palabras de Jesucristo que no cambian: "Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los tiempos y las puertas del infierno no prevalecerán"? ¡La Iglesia será purificada, será liberada! Lo exige el amor de Dios por ella, lo exige la justicia, lo exige su Misericordia. De esto no se tiene la apropiada visión.

Fuente: Confidencias de Jesús a un Sacerdote