lunes, 1 de junio de 2009

LA SAGRADA EUCARISTIA

"Para la tierra sería más fácil existir sin el sol que sin el Sagrado Sacrificio de la Misa" (San Pío de Pietrelcina).

Jesucristo está presente en la Iglesia en el misterio del Amor y de la Fe; es decir, en el Misterio de la Eucaristía. Él está verdaderamente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Si esta presencia suya fuera creída, sentida y vivida en toda la sublime y maravillosa realidad divina por todos los sacerdotes, se transformaría en tal fermento de purificación y vida sobrenatural que arrancaría gracias y hasta milagros insospechados de su Corazón Misericordioso.

Por desgracia, parece que no son muchos los que creen firmemente; la mayoría cree débilmente y no faltan los que en realidad no creen en su presencia Eucarística. Con razón los últimos Papas han hablado repetidamente de crisis de fe, causa y origen de innumerables males. ¿Estamos dispuestos a un regreso sincero y vivo a Jesús Eucaristía?

Debemos comprender que ésta es una cuestión de fe y de amor. Es mucho más importante encender el fuego del amor que tantas otras actividades; encender los braseros de fe y de caridad. Es necesario que las almas de los fieles sepan donde pueden templarse y alimentarse, y tengan un punto seguro para no perderse en la oscuridad de la noche. Jesucristo, Verbo Eterno de Dios, realmente presente y vibrante de vida y de ardor en el Misterio de la Eucaristía, y la Inmaculada Virgen María salvarán a la Iglesia en la hora de la purificación, que será hora de gran misericordia.

Los pastores deben saber que hay mucho que hacer y mucho pueden hacer... llevando a su rebaño, cada vez más unido, a los pies del Tabernáculo y a los pies de la Inmaculada. Ninguna renovación ni regeneración es posible sin María Inmaculada y Jesús Eucaristía. La Inmaculada es la Puerta por la que el Verbo de Dios entra y se inserta en la humanidad; la Cruz, Misterio realmente perpetuado e incesantemente consumado y renovado en el Misterio de la Eucaristía, es y será la liberación de la humanidad de la tiranía malvada de Satanás.

Es tiempo de creer firmemente en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. No podemos olvidar que el Sacrificio de la Santa Misa es la renovación real del Sacrificio de la Cruz. Necesitamos acercarnos a este Misterio de Amor tan infinito con espíritu de fe y de gracia, llegando al momento de la Consagración con recogimiento para poder darnos cuenta que en ese instante se repite el prodigio de los prodigios; se realiza la Encarnación del Verbo de Dios.

Aunque teóricamente se admita que el Santo Sacrificio de la Misa es el mismo Sacrificio de la Cruz, en la práctica se niega con un comportamiento que revela la ausencia de fe, esperanza y amor. ¡Qué océano infinito de miserias, de profanaciones, de traiciones, de oscuridad espiritual! Si todos los sacerdotes estuvieran animados por una fe viva, por un amor ardiente cuando le tienen entre las manos, ¡cuántos ríos de gracia podrían arrancar de su Corazón Misericordioso, aun para ellos y para las almas que ellos deben apacentar!

Si los sacerdotes celebrasen la Eucaristía como la debieran celebrar, el mundo no sería lo que es; Satanás no tendría la fuerza que tiene y muchas almas se salvarían. Un gran acto de humildad, lo que Judas siempre se negó a hacer, una ardiente invocación a la Virgen Santísima, refugio de los pecadores, transformará nuestra existencia y cambiará nuestro destino eterno. No seamos escépticos e incrédulos; ¡creamos y nos será dado ver y entender! ¡No dejemos caer en el vacío los impulsos de la gracia que llaman a la puerta de nuestro corazón! El Corazón Misericordioso de Jesús y el Corazón Inmaculado de María nos salven y nos bendigan.

Fuente: Confidencias de Jesús a un Sacerdote