martes, 14 de abril de 2009

DIOS TIENE TODO BAJO CONTROL

"Hermanos: ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios" (Col 3,1-3).

Desde esta perspectiva de vida, los verdaderos creyentes serán capaces de descubrir que Dios tiene un plan detallado para cada uno de sus hijos, para ayudarles a enfrentar los peores tiempos. Si en verdad hemos resucitado con Cristo en una vida nueva, buscando y aspirando a las cosas del Cielo, sobreviviremos y podremos perseverar hasta el final porque nuestra vida estará escondida con Cristo en Dios.

Como el profeta Elías, en tiempos de Ahab, fue protegido por el Señor en medio de una situación desesperada y de gran crisis (1 Re 17), así también nosotros podemos ser salvados por fe aunque el barco se esté hundiendo, porque Dios tiene todo bajo control. Nada puede ocurrir en la naturaleza y a nuestro alrededor a menos que Dios lo permita. Si confiamos en Dios, podemos contemplar cara a cara cualquier desastre y proclamar que el Señor se está manifestando en medio de nuestro mundo que vive de espaldas a Él.

Podrá desaparecer el dólar, caer el euro, aumentar la contaminación, crecer el número de guerras, desintegrarse la estructura de la sociedad y llegar la humanidad al borde del desastre; sin embargo, para los verdaderos hijos de Dios todo está aún bajo control. Aunque Dios no haya prometido preservarnos de los sufrimientos, no debemos temer ningún mal porque tenemos la promesa de paz y seguridad del alma, y la provisión sobrenatural para toda necesidad real. "Nada hemos traído a este mundo, y nada nos llevaremos de él. Debemos contentarnos con tener lo suficiente para comer y vestir" (1 Tim 6,7-8).

El futuro no tiene buen aspecto, pero también está bajo su control; no hay por qué temer. "Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo" (Sal 23,4). "Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te sobrevendrá ningún mal" (Sal 91,9-10).

El Señor quiere que continuemos trabajando hasta el retorno glorioso de Cristo, sembrando la semilla de Dios y ocupados en su obra, de manera que nos encuentre siempre haciendo su voluntad. Debemos estar preparados y bien despiertos, ya que seremos sometidos a prueba, perseguidos y tentados; sin embargo, nunca podemos olvidar que todo está bajo control y que Dios está obrando.