miércoles, 20 de octubre de 2010

REMA MAR ADENTRO

Es tiempo de remar mar adentro (Lc 5,4), de ir a lo profundo de nuestra fe. La evangelización más eficaz es la que nace de la adoración y lleva a la adoración. Predicar y adorar son los dos grandes propósitos que tenemos para evangelizar desde el poder del Espíritu Santo, utilizando los medios que tenemos a nuestro alcance. Para adorar a Dios “en espíritu y verdad” (Jn 4,23-24) necesitamos reconocer que Dios es Dios y que nosotros somos sus criaturas y pueblo de su propiedad, y para predicar necesitamos formarnos de manera que podamos anunciar de palabra y de obra aquello que el Espíritu Santo ha venido haciendo en nosotros y así podamos dar razón de nuestra fe (1 Pe 3,15).

Quizás este sea el momento de romper el círculo de lo cotidiano y dejar de hacer lo mismo de siempre para ir más allá, para ir a lo profundo. Muchas veces tenemos la tentación de hacer círculos de seguridad a nuestro alrededor y parece que de ahí no queremos salir porque ahí estamos seguros; sin embargo, en la pedagogía de Dios, Él solamente nos da más cuando vamos más allá de lo normal y cuando estamos dispuestos a salir de nuestros círculos. Tengamos presente el ejemplo de Moisés; el que sería el gran libertador del Pueblo de Israel se encontraba en un momento de su vida como un pastor solamente. Para que Dios le llamara a ser su mensajero y fuera a liberar a su pueblo de la opresión del faraón, lo primero que tuvo que pasar fue que un día Moisés se atrevió a ir muy lejos en el desierto. El día que se le ocurre ir muy lejos es cuando Dios se le aparece en medio de la zarza y se encuentra con él recibiendo un mensaje que no alcanza a comprender. Cuando este hombre va mas allá de lo ordinario o normal en su vida es cuando recibe el llamado de Dios.

Ser un pueblo en misión es estar dispuestos a romper todos los círculos de estancamiento que se forman a nuestro alrededor. Si queremos ser usados en abundancia por Dios tenemos que romper el circulo de lo ordinario una y otra vez. Dios no llamó a Moisés hasta que se decidió a tomar esta actitud. Tomemos esta actitud, hermanos, de ir más allá, de ir a lo profundo; quizás tengamos que dejar de hacer algunas cosas que llevamos haciendo siempre para poder hacer otras a favor de una Nueva Evangelización más efectiva, que de más fruto para la gloria de Dios.

“Esto es lo que dice el santo, el veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cerrará, el que cierra y nadie abrirá: Conozco tus obras; tengo abierta delante de ti una puerta que nadie puede cerrar, porque, a pesar de tu debilidad, has guardado mi palabra y no has renegado de mí... Porque has guardado mi consigna de perseverancia, yo te guardaré en la hora de la prueba que va a sobrevenir sobre todo el mundo para probar a los habitantes de la tierra. Mi venida está próxima; guarda bien lo que tienes, para que nadie te quite tu corona.” (Ap 3,7-8.10-11)