martes, 26 de mayo de 2009

DENUNCIA, ADVERTENCIA Y EXHORTACION

"Derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad: vuestros hijos e hijas profetizarán, los ancianos tendrán sueños y los jóvenes visiones. También sobre siervos y siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Haré aparecer señales en el cielo y en la tierra" (Jl 3,1-3).

Lo que sucede en Pentecostés es lo que el profeta Joel había anunciado varios siglo antes (3,1-2) y marca el inicio de la fiesta cristiana que recuerda el don del Espíritu Santo a la Iglesia. El nuevo Pueblo de Dios necesita una renovación contínua para reavivar la zarza ardiente del Espíritu que la dio a luz el día de Pentecostés. Un Pentecostés no solo de un momento, de un día, sino un Pentecostés permanente, según la intuición de la beata Elena Guerra quien, al final del siglo XIX, urgió al Papa Leon XIII a conducir a la Iglesia de vuelta al Cenáculo de Jerusalén.

Ciertamente, el mensaje del profeta Joel (3,1) parece indicar que se trata especialmente del don de profecía; mientras que en el pasado este don había sido otorgado a unos pocos, ahora será concedido abundantemente y de ese modo se cumplirá el deseo de Moisés: "¡Ojalá el Señor diera su Espíritu a todo su pueblo, y todos fueran profetas!" (Num 11,29). Los sueños y las visiones son manifestaciones típicas del carisma profético y algunas de las formas de profecía que llevan a la persona a comunicar, de parte de Dios, mensajes dirigidos a su Pueblo y a otros. La actividad profética ha estado presente desde los primeros días de la Iglesia y lo que nos muestra es el deseo del Señor de hablarle y darle dirección a su Pueblo.

Las apariciones de la Virgen María, como la gran señal que el Cielo nos ha dado en estos tiempos, junto con mensajes y revelaciones privadas son manifestaciones que sirven para comunicar algún deseo de parte de Dios en orden al bien de las almas. Por medio de una lectura orante y una reflexión responsable de algunas revelaciones privadas de santos y siervos de Dios, y de algunos mensajes proféticos dignos de confianza llegamos a descubrir un contenido con muchos elementos en común.

Una denuncia de la pésima situación moral causada por el pecado, la apostasía y la crisis de fe en la Iglesia. La realidad de la batalla espiritual (Ef 6,10-18) está siendo ignorada con graves consecuencias para la Iglesia y el mundo. La infidelidad de muchos sacerdotes lleva a muchas almas camino de la perdición; vinculado a ellos está el gran misterio de la Eucaristía que está sufriendo un progresivo oscurecimiento, causado por desviaciones doctrinales y prácticas.

Una advertencia de lo que se prepara a causa de tal situación es expresión de la gran misericordia de Dios que siempre busca nuestro bien y que nadie se pierda (1 Tim 2,4). Se nos ha advertido de forma inequívoca de unas "horas" graves y decisivas para disponernos a cambiar de rumbo, volviendo a Él de todo corazón y con toda el alma.

Una exhortación a poner remedio antes de que sea demasiado tarde por medio del arrepentimiento y una auténtica conversión. Todo el mal está en que nos empeñamos en seguir nuestros caminos, en vez de buscar los caminos de Dios. Necesitamos retomar el sentido ascético y penitencial de la vida como el auténtico signo evangélico de nuestro discipulado (Mt 16,24). Aquel que se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!, es quien nos invita a entrar por la puerta estrecha y el camino que conduce a la vida (Mt 7,13-14).

Uno de los más famosos sueños proféticos de San Juan Bosco nos invita a fundamentar nuestra vida cristiana en la Sagrada Eucaristía y en la Virgen María, así como nos invita a amar al legítimo sucesor de Pedro y ser fieles a la Iglesia de Jesucristo que "deberá pasar tiempos críticos y sufrir graves daños, pero al fin el Cielo mismo intervendrá para salvarla. Después vendrá la paz y habrá en la Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento."

martes, 19 de mayo de 2009

EPIFANIA MARIANA II

El siglo XIX y, particularmente, el siglo XX han estado marcados por múltiples y supuestas apariciones marianas. La Virgen María indica que algunas son auténticas y otras no. Hay elementos de discernimiento claro que nos ayudan en esta tarea, como es la doctrina y las recomendaciones espirituales que se divulgan en cada aparición.

Otro elemento de discernimiento, difícil de entender a priori pero comprensible debido a la actual confusión que a veces existe aún en los mismos que tienen responsabilidad y autoridad dentro de la Iglesia, es que algunas que no son manifestaciones auténticas podrían ser apoyadas por obispos y sacerdotes, mientras que otras verdaderas podrían recibir el rechazo de algunos pastores. Esto no significa que la Iglesia, como Madre y depositaria de la Revelación, pueda equivocarse en asuntos de fe, dogma o moral, sino que estaríamos hablando de un juicio particular de algún pastor o jerarca que no comprometería a la Iglesia.

Las apariciones no son dogma de fe ni verdades que tengamos que creer necesariamente; los fieles tienen libertad de creer o no creer en la aparición y lo mismo sucede con las apariciones que son reprimidas o perseguidas, ya que puede suceder y de hecho ha sucedido que haya obispos que rechacen alguna aparición. La que es verdaderamente auténtica no dejará de serlo, ya que lo que viene de Dios permanece y, al final, la luz y la verdad siempre se imponen cuando la Iglesia oportunamente lo aprueba.

El caso de San Sebastián de Garabandal (Cantabria) es ejemplo de una aparición muy discutida y perseguida, así como el caso de Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) que recibió un fuerte pronunciamiento en contra por parte del obispo. Ambos casos podrían recibir la aprobación de la Iglesia en un futuro no tan lejano, ya que siempre se impone el buen criterio. Todavía no ha habido declaración oficial en Roma de la opinión de la Iglesia sobre los hechos de Garabandal y de Medjugorje. Sea cual sea la posición final y oficial del Vaticano, la Virgen María nos invita a permanecer firmes en la Iglesia, amando a nuestros pastores y viviendo en armonía y comunión con ellos.

Garabandal (1961-1965) está considerada como una de las apariciones más trascendentales debido a su asombrosa y hermosa historia. Allí sucedieron muchos fenómenos de la teología mística, como son: éxtasis, caídas y marchas extáticas, levitación, insensibilidad física total, lenguas extranjeras y cánticos, identificación de personas, conocimiento de conciencias, profecías, comunión invisible, etc. Muchos la consideran como una continuación de Fátima y sus mensajes principales nos hablan de la Eucaristía, de la vida de oración, del sacrificio y la penitencia, y del sacerdocio. Hay una denuncia por la pésima situación moral del mundo, una advertencia de lo que se prepara a causa de tal situación y una exhortación a poner remedio antes de que sea demasiado tarde. Lo que llama la atención es que ésta es una aparición muy poco conocida en España, a diferencia de lo que ocurre en muchos países de todo el mundo.

Las apariciones de Medjugorje comenzaron en el año 1981 y desde entonces cientos de miles de peregrinos han recibido un fuerte impulso en su vida espiritual, particularmente a través del Sacramento del Perdón. Los mensajes fundamentales nos hablan de paz, fe, conversión, oración y ayuno. Además de los mensajes, la Virgen prometió a los videntes confiarles un total de 10 secretos; a fecha de hoy, solo resta por revelar un secreto a uno de los videntes. Sobre su contenido, algunos se refieren al pueblo de Medjugorje en particular, otros se refieren a su vida personal y hay tres que son especialmente importantes por su relación con el futuro del mundo y de la Iglesia.

En ambos casos, existen muchos paralelismos y coincidencias en cuanto al contenido de los mensajes se refiere. También encontramos similitudes referidas a las señales previas o advertencias, el aviso, y la señal permanente y visible o gran milagro. Sin embargo, considero que lo más importante y destacable es, sin duda, admirar y agradecer al Cielo las abundantes gracias de conversión que se han derramado, en torno a Garabandal y Medjugorje, durante este último casi medio siglo.

"Por sus frutos los conoceréis, pues no se recogen uvas de los espinos ni higos de los cardos. Así, todo árbol bueno da buen fruto; pero el árbol malo da fruto malo. El árbol bueno no puede dar mal fruto, ni el árbol malo dar fruto bueno. Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. De modo que por sus frutos los conoceréis" (Mt 7,16-20).

miércoles, 13 de mayo de 2009

EPIFANIA MARIANA

Hace un par de semanas, el Señor nos hizo el regalo de poder estar en Fátima durante dos días. Era la primera vez para nosotros y queríamos aprovechar esta oportunidad para poner en manos de la Madre nuestros diez años de matrimonio y así renovar nuestra consagración a su Corazón Inmaculado.

Es un lugar muy especial, en el que se puede descubrir que el Corazón Inmaculado de María es la flor más bella que no tiene competencia en el Cielo ni en la tierra. Dios la ha mirado a Ella desde siempre, la ha amado y la ha hecho objeto de sus complacencias; Dios la ha querido junto a Él para la realización de su infinito proyecto de amor y la ha hecho Corredentora, Madre, Reina y poderosa.

Dios ha amado a los hombres hasta el punto de dar por ellos a su Hijo y después del Hijo, a la Madre (Jn 19,26-27). Pero los hombres no siempre han demostrado y demuestran haber entendido el don de Dios. Esta Madre tiene una capacidad de amor que no tiene límites y los que no admiten esto, porque dicen que no creen en las numerosas intervenciones de la Bienaventurada en favor de la humanidad, no saben lo que es el amor; su corazón es árido y su mente está oscurecida hasta el punto de no ver. ¿No ha hablado la Madre del Cielo con precisión y claridad en La Salette, Lourdes, Fátima y en otros lugares?

Dios habla hoy y se comunica de muchas maneras, tanto de una forma sutil por medio de la oración como enviando a su Madre en una aparición. Es verdad que la Revelación pública llegó a su plenitud con Jesucristo y que ninguna revelación puede añadir nada a lo que recibimos por medio de las Escrituras y de la Tradición apostólica; sin embargo, el Señor continuará hablando y manifestándose a su Pueblo para ayudarnos a crecer en nuestra fe, especialmente cuando los tiempos así lo requieran.

El mensaje de la Virgen María en Cova de Iría (1917) nos habla del infierno, de la devoción a su Corazón Inmaculado, de la segunda guerra mundial, de los errores esparcidos por Rusia en el mundo por medio de guerras y persecuciones a la Iglesia, y de la urgencia del llamado a la penitencia y a la conversión en un camino de viacrucis para el Cuerpo Místico. Fátima es sin duda la más profética de las apariciones modernas, aunque no la única.

Cuando miramos a nuestro alrededor y vemos la situación actual de la Iglesia y del mundo, necesitamos recordar que nos encontramos ante una importante y decisiva epifanía Mariana, muchas veces sofocada por obra de aquellos cuya tarea era la de juzgar con mayor objetividad y menor respeto humano. Nos encontramos, sin duda, ante una advertencia del Cielo y una manifestación de la misericordia de Dios.

"El Señor, Dios de sus antepasados, les envió constantes advertencias por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su lugar de residencia. Pero ellos se rieron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus avisos y se burlaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor estalló contra su pueblo de modo que ya no hubo remedio" (2 Cr 36,15-16).

martes, 5 de mayo de 2009

ALBA DE RESURRECCION

"Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor despunta sobre ti, mientras las tinieblas envuelven la tierra y la oscuridad cubre los pueblos. Sobre ti se levanta el Señor" (Is 60,1-2).

Jesucristo vino al mundo en una noche oscura. La noche de los tiempos había caído sobre la humanidad. Él nació en el corazón de la noche para indicar las tinieblas que envolvían a toda la humanidad, provocadas por Satanás con la insidia tendida a los primeros padres. La luz de la Gracia fue suplantada en Adán y Eva y sus descendientes, por la noche del pecado, de la ignorancia, del mal.

No por nada fue anunciado su Nacimiento por la aparición de una estrella en el cielo y un resplandor prodigioso que aclaró las tinieblas del establo en que Él nació. La Luz del mundo vino para hacer huir las tinieblas en las que la humanidad estaba envuelta. Oscuridad intensa se hizo también en el Calvario; era pleno mediodía cuando fue alzado de la tierra, pero desde aquel momento la luz del día se hizo cada vez más tenue y a ella sucedieron las profundas tinieblas cuando exhaló su espíritu. Tinieblas exteriores para indicar las tinieblas interiores de sacerdotes y escribas, fariseos, doctores y todo el pueblo que, con malvado sadismo, habían querido asistir a su Pasión y Muerte.

El pecado lleva siempre oscuridad; de modo especial, el pecado de soberbia que espesa las tinieblas y las transforma en oscuridad total, por lo que el alma contagiada no ve nada más. No valieron los milagros realizados por Cristo durante su Pasión, como no valieron lo milagros realizados durante su vida pública; ni siquiera la resurrección de Lázaro, a la que asistieron no pocos sacerdotes y doctores de la ley, sirvió para disipar la oscuridad en el espíritu de los presuntuosos sacerdotes del templo.

Su Muerte fue acompañada por hechos preternaturales: un violento terremoto hizo tambalearse la tierra, el templo de Jerusalén fue sacudido desde sus cimientos, el velo se rasgó y algunos muertos resucitaron. Los soberbios del Templo nada vieron y nada entendieron, pero el Centurión golpeándose el pecho, dijo: "Verdaderamente éste era el Hijo de Dios".

Oscuridad produjo entonces y oscuridad produce hoy el rechazo de Dios. Hay una gran analogía entre los tiempos actuales y aquellos de su vida terrena, porque la Pasión sufrida por Cristo está por renovarse en su Cuerpo Místico. Escribas, sacerdotes y fariseos no faltan hoy tampoco y no son menos hipócritas que los de entonces.

Fuerzas tenebrosas y nubes envuelven la Iglesia. No tardará la hora de las tinieblas. ¡No tardará el Viernes Santo para la Iglesia! Pero el mismo Cristo, a esta hora, le hará seguir una radiante y luminosísima alba de Resurrección.

Fuente: Confidencias de Jesús a un Sacerdote