viernes, 2 de marzo de 2012

DIOS DE LOS EJERCITOS

Aunque no lo parezca, todos sabemos algo de hebreo; si no fuera así, no diríamos Amén y Aleluya. Sabemos, o sabíamos, también otras palabras menos frecuentes, que se dicen tal cual en la liturgia en latín. Entre ellas está Sabaot.

Es el plural de la palabra hebrea dsabá, que se deja ver casi cuatrocientas veces en el Antiguo Testamento hebreo, y signfiica, real o metafóricamente: ejército, milicia, guerra. Ejemplo de sentido real es 1 Sam 17,45: David se enfrenta a Goliat: "Tú vienes hacia mí armado con espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre de Yahvé Sabaot, Dios de los ejércitos de Israel a los que has desafiado".

Sorprende que la palabra Sabaot llegara a ser título divino: "Yahvé Sabaot". En sentido literal, ¿qué ejércitos tiene el "Dios de los ejércitos"? Los de su pueblo elegido; con la garantía de que cuando sale al frente de las tropas israelitas siempre es triunfador (cf. Is 1,24: "Oráculo del Señor Yahvé Sabaot, el Fuerte de Israel: Voy a desquitarme de mis enemigos, voy a vengarme de mis contrarios").

Cuando su sentido es metafórico, los "soldados" de Dios son algunas veces los ángeles, potencias celestes (Sal 103,20-21: "Bendecid al Señor, ángeles suyos... bendecid al Señor, ejércitos suyos"). Con más frecuencia, son las estrellas del cielo; Dios las tiene contadas, y llama a cada una por su nombre (Sal 147,4). Cierto, es un ejército ordenado y valeroso: combatientes a favor de Dios, lucharon desde el cielo contra Sísara, y así le fue (Jue 5,20). Este uso no es raro en los libros proféticos, cuando se habla de Dios, Señor absoluto del universo.

No siempre es fácil identificar los ejércitos de Dios. En un mismo salmo, el 46, la misma expresión puede referirse a las fuerzas cósmicas en el v. 4; pero en el v. 12, en contexto de guerra, probablemente no.

¿Quién inventó ese título divino? Desde Mesopotamia, que fue quizás la cuna de la astrología, hasta Egipto, donde se decía que las estrellas eran el séquito del dios Osiris, bastaba contemplar el cielo de una noche estrellada para pensar que los astros, tan cerca de Dios, poseen poderes divinos. Israel, así como sintió la atracción de los dioses falsos de Canaán, también sintió la tentación de los cultos astrales de pueblos vecinos. Por eso, el Deuteronomio (4,19) prohibía con dureza dar culto a las estrellas: "Cuando levantes los ojos al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas, todo el ejército del cielo, no te dejes seducir y te postres ante ellos para darles culto". ¡Las estrellas no son "dioses menores", sino criaturas del único Dios.

Reafirmemos nuestra fe en el verdadero Dios, escuchando sus palabras en Is 44,6-7: "Esto dice el Señor, rey de Israel, su redentor, Yahvé Sabaot: Yo soy el primero y el último, fuera de mí no hay ningún dios. ¿Quién como yo?" (Lástima, ahora nos hacen decir: "...el Señor todopoderoso". No proferimos una mentira, pero ¿era eso lo que decía el texto hebreo?).

Fuente: Magnificat (Febrero 2012)