sábado, 29 de octubre de 2011

CONFUSION Y PERSEVERANCIA III

Estoy convencido de que nada sucede porque sí, ya que todo sirve para bien de los que aman a Dios y responde a los designios que el Señor tiene para nuestras vidas y para este mundo en el que vivimos. En este tiempo de confusión que nos toca vivir, estamos llamados a la perseverancia evangélica que cobra todo su sentido cuando hemos puesto nuestra mirada y toda nuestra existencia en el Corazón de Cristo. La Iglesia de Jesucristo que es asistida, guiada y conducida continuamente por el Espíritu Santo ha salido al paso en este tiempo por medio del legítimo sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI, a través de la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio Porta Fidei, con la que se convoca el Año de la Fe.

El Santo Padre es bien consciente de este tiempo difícil que nos toca vivir como cristianos; por eso, esta Carta Apostólica sale al paso de nuestra realidad como una invitación a la perseverancia y a la evangelización como medios para llevar a cabo nuestra tarea como discípulos de Cristo del tercer milenio. Por medio de este documento, el Papa desea confirmar en la fe a todos los hermanos que en el mundo entero se esfuerzan por ser coherentes con el llamado que han recibido a ser fieles al Señor por medio de su Iglesia.

Entre otras cosas, todas de gran interés y necesarias para una profunda reflexión personal y comunitaria, destacan la necesidad que los creyentes tenemos de una fe auténtica y genuina que oriente toda nuestra vida y lo que forma parte de ella; la vigencia y el gran valor que tiene el Concilio Vaticano II para una renovación constante de la Iglesia; la necesidad de una conversión permanente que nos lleve a anunciar al mundo el amor de Dios manifestado en Cristo, como un llamado urgente a profesar, celebrar y testimoniar la fe públicamente sin caer en el error de pensar que se trata de un hecho privado; la utilidad del Catecismo de la Iglesia Católica como uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II, para crecer en el conocimiento del contenido de nuestra fe cristiana y como instrumento de apoyo para la formación; recorrer y reactualizar la historia de la fe; la certeza de que no hay fe sin caridad, ni hay caridad sin fe; y el pleno convencimiento de que el mundo necesita hoy testigos auténticos de la fe apasionados por Jesucristo y que desean amar y hacer amar cada vez más a su Iglesia (leer documento completo).

¡Ahora es cuándo, éste es el tiempo!