jueves, 11 de noviembre de 2010

CREER PARA VER

Cuando Jesús se encuentra en Betania con motivo de la muerte de Lázaro, le dice a Marta: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" (Jn 11,40).

Primero es creer y luego es ver. Cuando creemos de verdad, vemos la gloria de Dios en nuestra vida. Muchas veces parece que necesitamos ver para poder creer; sin embargo, el Señor nos muestra que las cosas de Dios no funcionan así. Nos está llamando a creer, a confiar, a abandonarnos en su misericordia infinita para que podamos ver la gloria de Dios.

Tenemos que dar un paso al frente y decidir creer, debemos tomar la firme decisión de confiar en su Amor y en su Providencia. Cuando no decidimos, ya estamos tomando una decisión; la indecisión es decidir algo, es decidir no creer. ¿No te ha dicho el Señor que si crees, verás la gloria de Dios?

Si no creemos, no tenemos fe, y si no tenemos fe, no podemos agradar a Dios (Heb 10,38). "Tener fe es tener la plena seguridad de recibir aquello que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos" (Heb 11,1). Abraham creyó y vió la gloria de Dios en su vida cuando el Señor le llamó a salir de su tierra sin saber a dónde iba (Heb 11,8-12). Moisés creyó y vió la gloria de Dios en su vida cuando el Señor le llamó a liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto (Ex 13,17-22;14,1-30). Josué creyó y vió la gloria de Dios en su vida cuando el Señor le llamó a tomar la ciudad de Jericó (Jos 6,12-21). La Virgen María creyó y vió la gloria de Dios en su vida cuando el Señor le anunció la Encarnación del Hijo de Dios (Lc 1,26-38).

El Señor nos está invitando hoy a creer en Él y en su Palabra con todas nuestras fuerzas, de manera que podamos ver la gloria de Dios en nuestra vida y a través de nuestra vida, para el bien de los demás. Que todo sirva para mayor gloria de Dios, especialmente cuando creemos sin miedo y sin dudas.