miércoles, 5 de octubre de 2011

CONFUSION Y PERSEVERANCIA

En momentos de dificultad y de persecución es el amor de la verdad lo que nos puede salvar (2 Tes 2,9-10). La Escritura nos exhorta a mantenernos firmes y guardar las enseñanzas que hemos recibido de palabra y por escrito (2 Tes 2,15); es decir, las verdades fundamentales de la fe que el auténtico Magisterio de la Iglesia ha enseñado siempre y ha defendido enérgicamente a lo largo de los siglos.

Parece que hoy se está realizando cuanto profetizó la segunda carta de San Pablo a los Tesalonicenses. Satanás, el Adversario, con engaño y por medio de su astuta seducción, ha conseguido difundir por doquier los errores bajo el señuelo de nuevas y más actualizadas interpretaciones de la verdad, y llevar a muchos a elegir conscientemente y a vivir en pecado, con la falsa convicción de que eso ya no es un mal.

La confusión ha penetrado en las almas y en la vida de muchos creyentes. Se enseñan y se difunden los errores, mientras se niegan con toda facilidad las verdades de la fe católica. Parece que estuviéramos viviendo el tiempo de la apostasía como preludio y preparación a la manifestación del impío, el hijo de la perdición, que en la tradición cristiana recibe el nombre de Anticristo y que aparecerá como un ser personal "a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la manifestación de su Venida" (2 Tes 2,8).

Víctimas de esta apostasía son muchos creyentes que, con frecuencia, inconscientemente, se dejan arrastrar por esta oleada de errores y de mal. Muchos pastores de la Iglesia son víctimas también de esta apostasía; así, podemos contemplar obispados que mantienen un extraño silencio y ya no reaccionan. Cuando el Papa habla con valor y reafirma con fuerza la verdad de la fe católica, ya no se le escucha, antes bien, públicamente se le critica y se le escarnece ("A los Sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen").

"Nosotros, en cambio, debemos dar gracias en todo tiempo a Dios por vosotros, hermanos, amados del Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para concederos la salvación mediante la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad. Para esto os ha llamado por medio de nuestro Evangelio, para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. Que el mismo Señor nuestro Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente una consolación eterna y una esperanza dichosa, os consuele y os afiance en toda obra y palabra buena" (2 Tes 2,13-17).